Campeones es una película que no te deja indiferente. todo es posible piensas cuando sales del cine tras los minutos que dura la película. Hasta es posible ganar partidos de baloncesto con un grupo de adolescentes afectados por el síndrome de Down.
A la misma conclusión llega Marcos, el entrenador que se ve obligado a entrenar a los jóvenes de capacidades diferentes, como se dice ahora para no herir sensibilidades. Marcos es condenado a entrenarlos por una jueza y no le gusta mucho su condena. Como no tiene alternativa se pone al trabajo. No le resultará fácil, pero sí resulta divertido para los espectadores ver los entrenamientos en una película que empieza como un dramón en sus primeras escenas y que acaba haciéndote reír cuando va avanzando. Sales del cine con ganas de volver a entrar y volver a ver la película. No me extraña que haya muchos espectadores que hayan visto varias veces esta película premiada con el Premio Goya a la mejor película del pasado año 2018. Merece el premio. Su director, Javier Fesser, ha hecho un buen trabajo.
Os recomiendo la película. Es una película que se puede ver en familia. Los actores no son profesionales. Hacen de sí mismos. Ahí radica el éxito de la película. Los críticos dicen que eso no es un mérito, pero yo creo que sí. Hacer de uno mismo ante las cámaras no es tarea fácil. Las cámaras te cortan mucho. Lo sabes cuando intentas grabarte en casa. No eres la misma sin cámara delante que con cámara delante.
Me gusta la película. Todos los protagonistas están bien. También lo está el entrenador de baloncesto, un hombre al que echan de su trabajo y lo obligan a entrenar a un grupo de chavales que no hubiera entrenado en su vida si no se hubiera visto obligado a hacerlo. Ves como el personaje del entrenador va cambiando a lo largo de la película. Cambiando para mejor.
A la misma conclusión llega Marcos, el entrenador que se ve obligado a entrenar a los jóvenes de capacidades diferentes, como se dice ahora para no herir sensibilidades. Marcos es condenado a entrenarlos por una jueza y no le gusta mucho su condena. Como no tiene alternativa se pone al trabajo. No le resultará fácil, pero sí resulta divertido para los espectadores ver los entrenamientos en una película que empieza como un dramón en sus primeras escenas y que acaba haciéndote reír cuando va avanzando. Sales del cine con ganas de volver a entrar y volver a ver la película. No me extraña que haya muchos espectadores que hayan visto varias veces esta película premiada con el Premio Goya a la mejor película del pasado año 2018. Merece el premio. Su director, Javier Fesser, ha hecho un buen trabajo.
Os recomiendo la película. Es una película que se puede ver en familia. Los actores no son profesionales. Hacen de sí mismos. Ahí radica el éxito de la película. Los críticos dicen que eso no es un mérito, pero yo creo que sí. Hacer de uno mismo ante las cámaras no es tarea fácil. Las cámaras te cortan mucho. Lo sabes cuando intentas grabarte en casa. No eres la misma sin cámara delante que con cámara delante.
Me gusta la película. Todos los protagonistas están bien. También lo está el entrenador de baloncesto, un hombre al que echan de su trabajo y lo obligan a entrenar a un grupo de chavales que no hubiera entrenado en su vida si no se hubiera visto obligado a hacerlo. Ves como el personaje del entrenador va cambiando a lo largo de la película. Cambiando para mejor.
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