El vendedor de tabaco es una película que te enseña un Freud distinto al que estudiamos en la asignatura de Filosofía. Freud aparece como uno de los clientes del estanco donde empieza a trabajar un joven. Es un Freud viejo, cansado, decepcionado. Este hombre que ha dedicado toda su vida a pensar y a investigar la cabeza de la gente va aconsejando al empleado del estanco, un chico que está enamorado de una prostituta.
No es una película para los antitabaco. Freud no para de fumar Montecristos. Es un fumador empedernido, un mal ejemplo para los jóvenes de hoy en día. Lo que sí son ejemplares son las frases que los guionistas de la película ponen en boca del viejo Freud. Bruno Granz hace un buen trabajo interpretativo. Te lo crees. No imaginas a un Freud distinto al que interpreta este viejo actor.
Tampoco imaginas distinta la Viena de 1937 a la que llega el joven vendedor de tabaco antes de saber nada de puros. Va a Viena porque para allí lo manda su madre tras encontrarle un trabajo de aprendiz de vendedor en un estanco. Freud cambia su vida. Le recomienda buscar una mujer. El joven se enamora de una guapa cabaretista que lleva una vida muy alegre. Es una chica bellísima. Pero la vida fuera de los teatros, en la calle es muy dura. El nazismo está en su punto álgido. Los dos jóvenes lo van a tener difícil. No es tan fácil seguir los consejos de un viejo profesor que se dedica, como bien dice el dueño del estanco, a arreglar las cabezas de la gente. Dar consejos es más fácil que poner en práctica esos consejos.
Os recomiendo esta película que ha llegado a la Cartelera ayer mismo. Está calentita. Da gusto ir a ver una película recién estrenada. Una película que ves en la pantalla grande de una sala de cine tiene más gracia que una película vista en la pequeña pantalla o en la pequeñísima pantalla de un móvil o una tablet. Hay que ir al cine. El vendedor de tabaco es una buena película para disfrutarla en una sala de cine convencional.
No es una película para los antitabaco. Freud no para de fumar Montecristos. Es un fumador empedernido, un mal ejemplo para los jóvenes de hoy en día. Lo que sí son ejemplares son las frases que los guionistas de la película ponen en boca del viejo Freud. Bruno Granz hace un buen trabajo interpretativo. Te lo crees. No imaginas a un Freud distinto al que interpreta este viejo actor.
Tampoco imaginas distinta la Viena de 1937 a la que llega el joven vendedor de tabaco antes de saber nada de puros. Va a Viena porque para allí lo manda su madre tras encontrarle un trabajo de aprendiz de vendedor en un estanco. Freud cambia su vida. Le recomienda buscar una mujer. El joven se enamora de una guapa cabaretista que lleva una vida muy alegre. Es una chica bellísima. Pero la vida fuera de los teatros, en la calle es muy dura. El nazismo está en su punto álgido. Los dos jóvenes lo van a tener difícil. No es tan fácil seguir los consejos de un viejo profesor que se dedica, como bien dice el dueño del estanco, a arreglar las cabezas de la gente. Dar consejos es más fácil que poner en práctica esos consejos.
Os recomiendo esta película que ha llegado a la Cartelera ayer mismo. Está calentita. Da gusto ir a ver una película recién estrenada. Una película que ves en la pantalla grande de una sala de cine tiene más gracia que una película vista en la pequeña pantalla o en la pequeñísima pantalla de un móvil o una tablet. Hay que ir al cine. El vendedor de tabaco es una buena película para disfrutarla en una sala de cine convencional.
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 | El día del entierro del tío Pepe Rebeca estaba en un crucero por el Mediterráneo. Rebeca no pensaba nunca en la familia de su madre, pero, se acordó del tío Pepe contemplando la familia numerosa que tomaba el sol en la cubierta del barco. palabraspintadas1.blogspot.com |
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