Bailar pegados es bailar
como un sello en una carta
que castiga el matasellos
de un cartero borracho.
Yo voy oliendo a coñac,
tú hueles a Avon barato
y sumamos dos olores
a dos pieles abrasando.
La canción sigue adelante
y yo y tú más pegados
seguimos bailando solos
en la verbena del barrio.
Nos miran esos mirones
que querrían en sus brazos
tu cuerpo para bailar
pegados a tus veinte años.
Bailar pegados es bailar
de verdad en la madrugada
con el sueño acechando
en los ronquidos que callo.
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