Paul Newman fue un hombre demasiado guapo. Lo volví a pensar durante este confinamiento, cuando mi marido intentó animarnos una tarde con "La leyenda del indomable", una película que tiene como protagonista al actor con los ojos azules más bonitos de Hollywood.
No era mal actor. En la película hay escenas estupendas en lo que a belleza masculina se refiere. Por ejemplo, las secuencias en las que se quita la camiseta en la cárcel cuando hace trabajos forzados. Quitando esas escenas, la película no tiene mayor interés para mí. No me gusta la violencia. En la leyenda del indomable hay mucha violencia. El protagonista es un hombre que tanto se come cincuenta huevos duros como rompe todo el mobiliario urbano que encuentra a su paso. Está rabioso. Viene de la guerra, no se siente incomprendido y se vuelve violento. Lo suyo es una lucha sin cuartel contra el sistema. Acaba dando pena. Nadie puede con el sistema.
Paul Newman no me convence como presidiario violento. Como os decía, es tan guapo que no te lo crees. Los presidiarios no destacan precisamente por su belleza, al menos en general. A favor de la película juega la música. La Creedence ClearWater Revival en su antológico 'Willy and the Poor Boys', o el tema de Guns N' Roses 'Civil War', suenan en una película que ha alcanzado la condición de mito única y exclusivamente por una secuencia, la de los cincuenta huevos cocidos que el protagonista se come en un momento dado, con cara de hombre inocente.
La película es bastante tópica en su argumento. Luke podría ser muchos de los soldados que son condecorados con medallas durante una contienda bélica y acaban e prisión tras su vuelta a la normalidad. Luke no se adapta a la vida normal. Por eso destroza parkímetros. Para dar la nota.
Pero Luke también es un líder. Lo es de puertas hacia fuera. Sólo hay que mirar las relaciones que tiene dentro de prisión con sus compañeros. La leyenda del indomable es una buena película de de finales de lo setenta, pese a su buena dosis de violencia.
No era mal actor. En la película hay escenas estupendas en lo que a belleza masculina se refiere. Por ejemplo, las secuencias en las que se quita la camiseta en la cárcel cuando hace trabajos forzados. Quitando esas escenas, la película no tiene mayor interés para mí. No me gusta la violencia. En la leyenda del indomable hay mucha violencia. El protagonista es un hombre que tanto se come cincuenta huevos duros como rompe todo el mobiliario urbano que encuentra a su paso. Está rabioso. Viene de la guerra, no se siente incomprendido y se vuelve violento. Lo suyo es una lucha sin cuartel contra el sistema. Acaba dando pena. Nadie puede con el sistema.
Paul Newman no me convence como presidiario violento. Como os decía, es tan guapo que no te lo crees. Los presidiarios no destacan precisamente por su belleza, al menos en general. A favor de la película juega la música. La Creedence ClearWater Revival en su antológico 'Willy and the Poor Boys', o el tema de Guns N' Roses 'Civil War', suenan en una película que ha alcanzado la condición de mito única y exclusivamente por una secuencia, la de los cincuenta huevos cocidos que el protagonista se come en un momento dado, con cara de hombre inocente.
La película es bastante tópica en su argumento. Luke podría ser muchos de los soldados que son condecorados con medallas durante una contienda bélica y acaban e prisión tras su vuelta a la normalidad. Luke no se adapta a la vida normal. Por eso destroza parkímetros. Para dar la nota.
Pero Luke también es un líder. Lo es de puertas hacia fuera. Sólo hay que mirar las relaciones que tiene dentro de prisión con sus compañeros. La leyenda del indomable es una buena película de de finales de lo setenta, pese a su buena dosis de violencia.